miércoles, 30 de diciembre de 2015

HOMENAJE A CESAR VALLEJO.



  HOMENAJE A CESAR VALLEJO.

    El inca Vallejo, que se nos murió

    de su hambre telescópica de platos distantes
    poética y soturna, revelación y desgarro,
    de luz de arañas entre los zapatos
    y nubes alveolares con voz secreta
    desclavada a gritos por el animal hombre,
    por el hombre humano, el hermano hombre.

    El cholo Vallejo, qué grande,
    a penas duras dejó cadáver.
    Pero su ataúd de palabras,
    esencialmente montaña,
    se desarrolla en cordilleras
    y salas hipóstilas que sustentan planetas.

    César, no sé si sabes, todos aquí
    jugamos a escondernos y nadie se encuentra,
    y nadie se inquieta y nadie ríe,
    y el juego sigue y sigue inaplazado,
    aburridamente entre ceros minerales.

   Y se nos ha caído Dios con estrépito de hombre
   y las ideas con silencios de tinta,
   tú, que tan fieramente nos amaste,
   tú, el tan tigremente apesadumbrado,
   tú, que para nacer apagaste estrellas
   y lo hacías uña a uña gravemente
   con lápices sangrantes y segmentos de sombra
   sobreviviendo a la velocidad astral del vino,
   a la hambre larga y el perdón injustificado
   y las siete pasiones sin quiebra ni espuma.

   Porque eras cholo tierra feraz de la tierra
   y tratabas tú a tú cárcel y escombros  
   disolviendo germen alado en racimos,
   en luceros emboscados y en cisnes sucedidos.

   ¡Ay de tanto que se pierde
   cuando tan sin remedio llega tu silencio!
   ¡Ay de nosotros en la lucha
   y ay de Dios enfermo!

   Sigue el llanto,
   sigue ahora en aguacero.

   Sean estos versos destilados
   hasta el azeótropo mi tributo
   y sea tu quintaesencia mi brindis,
   doceavamente repetido.

Félix Molina.

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