sábado, 9 de enero de 2016


Para los que tengáis una historia iniciada ahí os envío esta reflexión:


POEMA XXIII

Qué largo se me hace el día
cuando pienso en no quererte,
qué oscuro el horizonte
de los días venideros.

Si pienso en no quererte se plantean brumas,
hay constelaciones que se apagan, y el tiempo
se torna campo de silencio,
tala indiscriminada,
noche de tierra.

Vuelvo a mis asuntos
vacío y desangrado
a decidir qué cosas hago o deshago
desapasionadamente,
con paz de flor marchita.

Cuando pienso en no quererte
no espero que amanezca,
no miro al cielo: oculto,
a cubierto de tu mirada
en bares de luto riguroso,
las estrellas brillan sin mí.

¿Cómo desandar tu camino?
¿Qué ceguera, qué accidente,
qué extraño desamparo
me acercará el daño de olvidarte
desolando las alboradas del mundo,
sus tiernas golondrinas? 

F Molina.

Suele ser más difícil dejarlo que empezarlo. 

Este poema fue puesto en música por mi querido amigo Santiago Peláez, desde aquí mi homenaje y gratitud


No hay comentarios:

Publicar un comentario